La abundancia es parte del orden natural. Si nos detenemos un momento a apreciar a la naturaleza, nos daremos cuenta de que las bendiciones que ésta nos ofrece son producto del orden.

Para que los frutos de los árboles crezcan y maduren es necesario que se siga un orden específico, lo mismo ocurre con nuestros pensamientos, para que estos den buenos frutos es necesario ordenarlos primero.

¿Por qué debo ordenar mis pensamientos?

Mucho de nuestro tiempo lo gastamos en acciones negativas, cuando hablamos mal de alguien, cuando nos dedicamos a ver y señalar deficiencias y defectos en los demás o cuando nos dedicamos a juzgarnos duramente sembramos semillas de negatividad.

Esas semillas pueden ser regadas todos los días con acciones que poco a poco se van convirtiendo en hábitos esos hábitos van perfilando los frutos que recogeremos en la vida, no porque ésta nos castigue sino porque nos acostumbramos a ver lo que está mal sin tratar de arreglarlo.

Por otro lado, si en lugar de sembrar malos hábitos como el de perder el tiempo dedicando la vida a pasar el tiempo es más fácil obtener las bendiciones y beneficios que la vida nos presenta en cada día y con cada momento en que respiramos.

La abundancia se encuentra todo el tiempo frente a nosotros, pero el desorden en los pensamientos nos impide verla, ya que ese desorden se coloca frente a nuestros ojos como un antifaz, así que podemos escuchar el caudal de la abundancia, pero al no verlo, sentimos que pasa de largo frente a nosotros.

¿Cómo ordeno mis pensamientos?

El pensamiento fluye en todo momento y se dirige a donde ponemos nuestra atención, para dar orden a nuestro pensamiento debemos escucharlo primero, respirar profundamente y atender a lo que viene a nuestra cabeza, si haces el ejercicio, notarás que lo que llega regularmente son preocupaciones.

Las preocupaciones nos inmovilizan, nos impiden avanzar, en lugar de preocuparnos nos conviene más ocuparnos, si algo no te gusta de tu entorno comienza por cambiar tu mirada en torno tuyo, al concentrarte verás qué es lo que se puede cambiar y qué no.

Conforme va llegando la aceptación de lo que es posible cambiar y lo que no poco a poco irás quitándote ese antifaz que te impide aceptar el infinito caudal de bendiciones que la vida te ofrece en todo momento.

El secreto de la felicidad está en la capacidad que tenemos para ordenar nuestros pensamientos. ¿Alguna vez has notado la sensación de satisfacción que te inunda cuando ordenas un espacio de tu hogar?

Eso ocurre porque para ordenar un lugar primero ordenaste tus ideas, te fijaste un objetivo y un tiempo para concentrarte en ello, lo mismo ocurre en la vida cuando decides concentrarte en una meta, como tener una casa en la playa o tener flores en una pequeña maceta colocada frente a tu ventana, tus pensamientos se ordenan y tu cuerpo se mueve en función de ese orden.

Si por el contrario, en lugar de ordenar un espacio, lo que haces es limitarte a moverte mecánicamente mientras piensas en los pendientes que tienes por delante, el desorden comienza a salir por todos lados y la insatisfacción comienza a apoderarse de ti.

Pequeñas acciones para ordenar el pensamiento

La abundancia siempre está ahí, atraerla es más bien identificarla y en algunos casos al identificarla las oportunidades para obtener algo que se desea llegan, pero el desorden en la mente nos ciega, así que hay que emprender pequeñas acciones que nos ayuden a quitarnos los obstáculos que nos ponemos para prosperar.

Respira

Siempre que te sientas abrumado o abrumada cierra los ojos por cinco segundos y respira profundamente una vez, siente cómo entra el aire y presta atención a cómo sale, al abrir los ojos podrás concentrarte mejor en lo que debes hacer en cada momento.

A veces nos decimos que no tenemos tiempo para meditar o para hacer ejercicio, pero si pensamos cuánto tiempo se nos va en el teléfono o hablando mal de las personas, nos daremos cuenta de qué hábitos tenemos que nos impiden ver las bendiciones que el universo tiene ya listas.

Fíjate una meta

Un monje zen solía decir «Cuando barro, barro» lo que esto significa es que al momento de hacer una actividad lo mejor es concentrarse en esa actividad y no estar pensando en que al terminar toca hacer otra cosa.

Estar tratando de hacer varias cosas a la vez o estar pensando en lo que sigue sin haber terminado lo anterior deja al pensamiento en estado de desorden, porque la mente está en un lado mientras el cuerpo está en otro.

Si vas a fregar los platos, sólo hazlo y disfruta del momento presente, considera las sensaciones que te rodean al hacerlo, puedes sentir el agua y escucharla, así como puedes ver el orden y limpieza que quedan tras estas tareas.

Usa el tiempo sabiamente

Si te atrapas malgastando el tiempo en pensamientos negativos, o viendo defectos en los demás, cambia de actividad y considera que formar esos hábitos no te traerá nada provechoso, ni a ti ni a los que te rodean.

Respira, bendice a quienes han ocupado tu tiempo y despídelos, mejor que se vayan de tu mente con un pensamiento positivo que te permita continuar con tu día y con tu labor de orden en la mente.

Descansa

Si dejas que el cansancio se apodere de ti y que el deseo de producir más sea más importante que el de ser feliz, comienzas a introducir desorden en tus pensamientos, porque las prisas no te dejan disfrutar del día y no te dejan estar en el momento presente.

Es bueno destinar tiempo para el descanso y para organizar el día o los siguientes minutos que vivirás, descansar también es importante en la vida, hay tiempo para todo pero hay que ver qué engloba ese todo.

Agradece

La gratitud abre el paso a la abundancia infinita, antes de dormir siente todo lo que debes agradecer por un día terminado, antes de comer agradece de corazón el poder hacerlo, antes de iniciar una tarea agradece la posibilidad de hacerla, hasta donde puedas hacerla.

La gratitud genera pensamientos positivos que dan orden a tus ideas, a tu día y pensamiento de modo que la abundancia se hace completamente visible para ti.